No es perrería…

Publicado: 13 May, 2013 en Locuras, Mi vida es así, Sin sentido
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Homer Simpson, living la vida sofaTodo el que me conoce sabe que soy un poco vaga y perezosa (entiéndase por poco… que Homer Simpson y yo somos uno). En palabras de mi madre: ‘Nací cansada’. También nací para ser rica, pero esa es otra historia.

El caso es que siempre me ha costado mucho ponerme en marcha. Si no tengo presión ajena (es decir, amigas que no aceptan un no por respuesta), me puedo pasar tres días del sofá a la cama, y de la cama al sofá, como en el anuncio de Ikea. Leyendo y sin mover un dedo más allá de lo que conlleve el prepararme un sándwich de nocilla para no morir de inanición. Una vez han conseguido arrancarme del embrujo del sofá, soy de las que más aguanta de fiesta, o de las que da saltos por la calle un día de sol porque está contenta (¿vergüenza ajena? ¿eso que es?). Pero convencerme para que levante el culo, es un logro. Tengo una lista de excusas no excluyentes que pueden amilanar a cualquiera que no me conozca lo suficiente. Uno de mis ardides preferidos es nunca decir un sí definitivo a los planes de futuro, de tal manera que si no vuelven a llamarme para insistir, dando por supuesto que apareceré, haré como que se me ha olvidado. Y si llaman para insistir, habré tenido tiempo suficiente para encontrar una coartada verosímil. Es muy normal que el lunes o martes me dedique a hacer planes para el fin de semana, que irán siendo cancelados a lo largo del jueves o viernes. Mis energías suelen durar sólo hasta el miércoles por la mañana, en cuanto suena el despertador. El resto de la semana ya no soy persona.

Cuando era pequeña, una doctora encantadora y muy competente dijo que mi falta de ánimo era por culpa de una anemia y falta de azúcar, que tenía que comer más chucherías y carne roja. Bendita sea. Consiguió en 5 minutos lo que no había conseguido yo en 8 años: que mi madre me dejara comer dulces sin necesidad de una fiesta nacional. Unos años después, tras convertirme en adicta a las gominolas y el chocolate, mis análisis eran normales, pero la adicción ya era incurable y yo seguía igual de cansada. Otra doctora comentó que tenía la tensión baja, y que por eso me costaba mucho arrancar. Que probara a tomarme un café por las mañanas y aumentar un poco el consumo de sal y, ¡sorpresa!, azúcar, quizá con refrescos azucarados. Por supuesto, el detalle de mi dieta a base de chuches no lo vi relevante en la conversación.

Ahora que ha empezado el buen tiempo, y hace sol y calor, ya no tengo la excusa del frío (muy recurrida y siempre acompañada de una sutil indirecta de que cualquier día me voy a vivir al caribe). El problema es que me he buscado un consorte al que el sofá también le abduce, así que muchas veces no conseguimos poner el pie en la calle hasta las 5 de la tarde. Y eso sólo cuando entre los dos no hemos conseguido un pretexto lo suficientemente convincente como para competir con el clima primaveral.

Ayer domingo, por ejemplo, después de hacer los vagos durante unas 6 o 7 horas seguidas, se nos acabaron todas las excusas para permanecer en el sofá, y ya sólo nos quedaba fregar los platos de la cena que habíamos organizado el día anterior, o salir a dar una vuelta y aprovechar los 21 grados y el sol radiante. Así que ganó la calle, como es lógico. Yo iba arrastrando los pies y mi husband arrastrando de mí. Teniendo en cuenta que aquí la opción de dar un paseo por el centro y pararse cada 20 minutos en una terraza para reponer fuerzas con un helado no existe (sniff), nos tocó hacer un poco de senderismo. Es eso o ir de compras al centro comercial, que ya sabemos que no es muy productivo.

2013-05-12 17.35.43Decidimos subir una minimontaña que hay aquí al lado, a una velocidad a la que nos habría adelantado cualquier octogenaria sin mucha complicación. Eso de ‘subir’ es un poco exagerado, que por mucho que lo llamen montaña, en realidad era una colinita con menos desnivel que Espinardo con respecto al centro de Murcia. Pero nos costó llegar. Para compensar el esfuerzo, nos quedamos unos 45 min sentados en una roca de la cima (a falta de otro apelativo más acertado), tomando el sol cual lagartijas y arreglando el mundo (es decir, conversando de frivolidades).

En el camino de vuelta, una servidora se animó hasta niveles insospechados, y casi bajo a la carrera. Incluso hice algún arranque en las pocas cuestas que nos encontramos, eso sí, parando cada 30 metros para recuperar el aliento, que una ya está mayor. Para cuando llegamos al coche tras unos 40 min de sendero, yo estaba dando saltos, y casi triste porque se había terminado muy rápido. Digo casi porque el sofá me esperaba.

Tanta falta de azúcar, sal o tensión baja… Y resulta que en realidad lo que me pasa es que soy pariente lejano de superman y necesito recargar las baterías al sol. ¿Quién me lo iba a decir?

Superman Arale

comentarios
  1. Anónimo dice:

    debes salir mas lagartija como tu te llama

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