Lluvia

Una noche fría y lluviosa. De esas que escasean por esta latitud. ¿Qué hacer en una noche como ésta? En regiones en las que este clima es habitual no se aplaza la vida simplemente por un poco de agua. Pero no vivimos en uno de esos lugares. Aquí todo se detiene cuando llueve. La vida queda en suspenso hasta que vuelva a salir el sol, hasta que el cielo nos dé permiso para continuar con lo que estábamos haciendo. ¿Y porqué no aprovechar esta oportunidad y detenernos a pensar en lo que estábamos haciendo?

¿Cuándo fue la última vez que te preguntaste a tí mismo si eras feliz? ¿Si tenías todo lo que necesitabas? ¿Eres capaz de responder con sinceridad? Todo el mundo se queja de algo, del trabajo, del dinero, de la familia… ¿Pero cuántos le ponen solución? Es cierto que generalmente la solución es drástica y significa trastocar toda la estructura que has construído a lo largo de estos años. Pero… ¿no vale la pena? Se supone que nuestra meta en la vida es ser feliz, y eso no aparece de la nada. Si tu situación no te hace feliz en este mismo instante… ¿qué te hace pensar que lo hará en un futuro próximo? ¿Cuánto tiempo ha de pasar hasta que ese futuro próximo, en realidad ya sea pasado? No deberíamos desperdiciar nuestra vida, viéndola pasar desde nuestro asiento de espectador, sin luchar por ella, sin intentar que sea todo lo que siempre habíamos querido que fuera. Puede que lo que hace años pensabas que te iba a hacer feliz, en realidad te haga desgraciado. Busca nuevas metas y persíguelas. No dejes nunca de luchar por esa felicidad escurridiza. Es posible que nunca llegues a alcanzar de verdad tus sueños, pero ¿no te sentirás mucho mejor si al menos lo has intentado? La felicidad no radica simplemente en conseguir lo que ansías. El hecho de poner todo tu esfuerzo para lograrlo, en intentar con todas tus fuerzas que tu vida sea mejor… todo eso te da una tranquilidad de espíritu, un bienestar contigo mismo… que no tiene precio.

Inténtalo.